Se comienza con un ejercicio de achique, un desvestido general, capa tras capa con el fin de sacar a lucir la historia del local, un acto de transparencia, necesario también en la cocina, poner en valor el producto, el espacio en arquitectura.

Una intervención mínima, dotar al espacio sólo de las instalaciones necesarias para desarrollar la actividad sin esconderlas, sin mentir. El espacio continuo desde la calle a la cocina, buscando el diálogo entre exterior, interior e interior más íntimo, que es la cocina.

Así lo trabajamos con la propiedad, buscando fortalecer el concepto de proximidad, transparencia y confianza. El cliente percibe al entrar en el espacio que lo que ve es lo que hay, sin especias ni salsas de más, innecesarias para esconder sabores amargos o avinagrados.

De esta forma la propiedad transmite lo mismo con su buen trabajo, cocina tradicional bien ejecutada, sabores reconocibles que no necesitan una iluminación estratégica para lucir como merecen.